Pinto instantes simples de la vida, en toda su riqueza y detalle. Creo escenas atemporales en una atmósfera serena de silencio, donde la luz, el espacio y la textura revelan emociones y recuerdos.

Mi infancia estuvo llena de imágenes emocionales fuertes de guerra y amor, lo que hizo que mi imaginación vagara entre el drama, la tristeza, la esperanza y la belleza. De esas experiencias aprendí que la belleza es esperanza, siempre presente en medio del sufrimiento, y se han convertido en los personajes principales de mis pinturas. Simplemente pinto una pieza que refleje belleza de alguna manera para traer esperanza a algunos.

Tengo una fuerte creencia en la humanidad y es la sustancia que utilizo para construir las escenas y sus narrativas. Cuento una historia en mis pinturas, no solo para ser entendida, sino para ser sentida. El espectador se sumerge en la escena, perdido en el detalle. Quiero presentar algo hermoso—un objeto de artesanía con valor intrínseco—pero estoy muy interesado en la experiencia, invitando al espectador a pasar tiempo en una observación íntima, ofreciendo la oportunidad de introspección y contemplación serena de la complejidad, en una lucha contra el vacío ruidoso de nuestro tiempo. En el acto de pintar, estoy equilibrando la artesanía con la calidad literaria de mis piezas. A través de mi arte, quiero inspirar un despertar hacia la belleza y la grandeza de la vida.