Orlando Villatoro ha construido su obra como un puente entre sus historias familiares, provenientes del interior del país, y la contemporaneidad digital en la que habita. Para él, las tradiciones y los rituales de sus ancestros contienen una sabiduría tecnológica equiparable en muchos aspectos a la que hoy nos ofrecen la globalización y los medios digitales. Por ello, gran parte de su trabajo se ha centrado en hallar esos vínculos y exponerlos mediante recursos visuales. En su obra más reciente su pintura alude a la estética del kintsugi donde objetos quebrados unidos por hojas de oro, el kintsugi da como resultado ejemplares únicos, donde las mínimas partes forman el todo y cada obra ya no tiene que ver con ningún tipo de realidad; convierte en su propio deseo o simulacro.
Orlando Villatoro ha construido su obra como un puente entre sus historias familiares, provenientes del interior del país, y la contemporaneidad digital en la que habita. Para él, las tradiciones y los rituales de sus ancestros contienen una sabiduría tecnológica equiparable en muchos aspectos a la que hoy nos ofrecen la globalización y los medios digitales. Por ello, gran parte de su trabajo se ha centrado en hallar esos vínculos y exponerlos mediante recursos visuales. En su obra más reciente su pintura alude a la estética del kintsugi donde objetos quebrados unidos por hojas de oro, el kintsugi da como resultado ejemplares únicos, donde las mínimas partes forman el todo y cada obra ya no tiene que ver con ningún tipo de realidad; convierte en su propio deseo o simulacro.