El orden natural de todas las cosas es una conciencia que proviene de lo armónico y del caos. Se entiende que deben existir ambos para buscar uno —el equilibrio, la armonía— y otro para evitarle —el caos y el extremo—.
La búsqueda sucede a través de la experiencia, de la vivencia y de la cotidianidad, de asumir las consecuencias de los extremos y la estabilidad del balance. Pero esto no corresponde a un transitar dicotómico, porque la experiencia humana no es excluyente o categórica, es un transitar. Limitarlo a lo binario es, en todo caso, una reducción de pensar que sólo podemos actuar entre lo bueno y lo malo, entre el blanco o el negro o entre la luz y la oscuridad. Estas categorías totalitarias son aplastantes, no dan opción a diálogo alguno.
Y es aquí donde, al caminar, nos encontramos entre los matices.
Hay una percepción del color y esta depende de nuestros ángulos de visión y de la luz. Finalmente todo el color es un espectro de la luz y la ausencia de ésta en el ambiente. Esto se da de forma natural.
Así es como conocemos el color.
Y así es como se da la búsqueda de éste en la práctica artística de Katrin Aason. Es, a través de la observación de lo orgánico, de todo aquello que está contenido en el rostro de la tierra y se sostiene bajo el cielo. El color del mar, la vastedad del océano y la quietud del firmamento. O su furia con relámpago y lluvia. Y es que el mismísimo cielo trae la calidez de los colores del alba y el ocaso, la frialdad de la tormenta y la noche, así como la vida al mediodía.
Las plantas ofrecen el mismo matiz según su momento de vida. Del verde al amarillo y al café. Katrin, en este ejercicio de contemplación, plantea este devenir entre el cielo y el mundo, en un momento donde el color es un destello de luz artificial, la observación del color en lo orgánico y natural se convierte en un ejercicio de meditación, paciencia y reflexión.
Es a partir de este conjunto de acciones que se presenta esta exhibición. La artista ha realizado un viaje —de manera literal y metafórica— para alcanzar mediante procesos químicos-biológicos los colores de la naturaleza para su práctica visual. Es gracias al recorrido de diferentes territorios y distintas maestras y maestros que ha aprendido la extracción del pigmento, el teñido y fijación de los colores de la naturaleza en fibras textiles orgánicas que ahora se presentan en este espacio.
Para esta oportunidad hay una aproximación a la tierra, fecunda y hermosa. La predominancia de los ocres marca un rumbo definitivo en esta exhibición, pero también abre la puerta a las otras formas de ver la tierra, como el morado y varias tonalidades de éste obtenidas a partir del palo de tinte o Campeche. ¿Cómo, el vientre de la tierra, produce en su seno este color tan vibrante a través de la fibra de un árbol?
Toda esta vida que es exuberante, que es un estallido, que es el origen del mismo caos pero sigue un orden natural —como el bosque nativo o el arrecife de coral— está contenida en sus propios ciclos. Sucede lo mismo con la obra de Katrin. Este estallido de entramado y diseño se contiene en la forma de cada bastidor y otorga la justa medida para la vida y la contemplación. Sus entramados recuerdan por ratos una secuencia Fibonacci como las colmenas o las semillas, a veces el orden de la cristalización como la pirita o el cuarzo e incluso, las ondas del agua al caer una pequeña piedra en ella.
Cada matiz de la vida es un paso trascendental. Es un día que cambió nuestra percepción de todo. Cada trama y urdimbre que Katrin concluye, es la transformación de la materia orgánica —virgen— en un objeto-artefacto que nos trae recuerdos y alegría en la contemplación. No hay contradicción entre el disfrutar estas obras a través de lo sensorial y el acto primario de alimentarnos: todo contribuye a la vida y nuestro desarrollo.
Cada pieza es un recordatorio de la vida misma. Porque ningún color, ni de laboratorio ni orgánico, es capaz de mantenerse impasible ante el paso del tiempo, así como nuestros pensamientos, ideas y cuerpos. Lo que antes era campo hoy es ciudad y lo que antes fue luz, hoy está extinto. Antes, mucho antes de todo, la oscuridad era totalidad. Luego vino la luz y hoy habitamos en ella.