Tomás Carranza

El Salvador

En su muestra personal Los hilos del tiempo, Carranza continúa con este viaje, o, mejor dicho, este proceso, esta búsqueda que ha venido desarrollando durante años. Los escenarios de las piezas que ocupan las salas de Galería 1-2-3 dan la sensación de estar en constante movimiento, como si estuvieran vivos. En obras como Calma o Versión de luz, los límites parecen estarse corriendo todo el tiempo, negociando las distancias que ocupan. Existe en ellas una interesante composición, fragmentada en recuadros, que nos hacen imaginar más de un solo escenario, más de una sola posibilidad dentro de la misma obra. Otras piezas como Guía o Luz de luna son mucho más fluidas, con un espacio que se extiende sin límites, ahogando a las pequeñas figuras que lo habitan en una brumosa paz. Inevitablemente nos recuerda lo minúsculo que resulta el ser humano, sus sueños, sus aspiraciones, sus problemas, frente a la infinidad líquida del universo.

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En su muestra personal Los hilos del tiempo, Carranza continúa con este viaje, o, mejor dicho, este proceso, esta búsqueda que ha venido desarrollando durante años. Los escenarios de las piezas que ocupan las salas de Galería 1-2-3 dan la sensación de estar en constante movimiento, como si estuvieran vivos. En obras como Calma o Versión de luz, los límites parecen estarse corriendo todo el tiempo, negociando las distancias que ocupan. Existe en ellas una interesante composición, fragmentada en recuadros, que nos hacen imaginar más de un solo escenario, más de una sola posibilidad dentro de la misma obra. Otras  piezas como Guía o Luz de luna son mucho más fluidas, con un espacio que se extiende sin límites, ahogando a las pequeñas figuras que lo habitan en una brumosa paz. Inevitablemente nos recuerda lo minúsculo que resulta el ser humano, sus sueños, sus aspiraciones, sus problemas, frente a la infinidad líquida del universo.

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